¿Qué si el círculo me obsesiona?
Pues sí, tal vez.
O no… a lo mejor es que últimamente me he parado a pensar en él, y me he dado cuenta de lo presente que está a nuestro alrededor.
Y ni siquiera eso, es que al pensar en los círculos vuelven a mí situaciones en las que ya he estado.
Yo estudié arquitectura, y está claro que he dibujado círculos, he aprendido todo lo que de ellos se puede contar en cuanto a estructuras, he mirado cúpulas, he estudiado secciones de bóvedas de medio punto…
Los círculos estaban ahí, siempre.
El círculo está en la naturaleza
Por todas partes.
Los troncos de los árboles crecen en círculos, los cactus, las flores, los erizos de mar… todo, todo sigue esta estructura circular que es la más eficiente que existe.
¿Te imaginas lo difícil que sería para la naturaleza formar cuadrados? ¿O triángulos?
El círculo defina montones de situaciones de nuestra vida.
Nuestro círculo de amistades, el círculo polar, el Círculo de Bellas artes.
Caminar en círculos, los círculos viciosos, el círculo del saber…
Porque el círculo tiene montones de significados: es agrupar, es la mejor forma de explicar partes de un todo, expresa lo que no tiene principio ni fin.
Cuando hace dos años diseñé los primeros pendientes con círculos
se abrió ante mí una fuente de posibilidades increíble.
Me acuerdo que corté el primer círculo de latón (el que serían los pendientes más grandes) y lo empecé a colocar de mil formas. Lo crucé con otro más pequeño. El más pequeño lo colgué de unos pendientes largos, y luego fue un anillo…
Los círculos me dieron tanto, tantísimo juego que decidí sacarles todo el partido posible.
Círculos en pendientes, círculos en anillos, círculos en collares…círculos en todo lo que dibujo últimamente.
Porque lo equilibrado, lo sencillo, lo minimalista son siempre valores seguros. No fallan.
Y los los círculos los tienen.